Tres expertas consultadas por LA GACETA consideran que no se debe demoler el edificio del Mercado del Norte, porque sostienen que forma parte del patrimonio arquitectónico de San Miguel de Tucumán, a la vez que sugieren remodelaciones y acondicionamientos profundos del inmueble.
La arquitecta Florencia Caminos, magister en Gestión Ambiental, expresa: “el edificio debe seguir conteniendo su identidad: es el corazón de la actividad de mercado en el municipio. Es tradición, es patrimonio y debe respetarse. No debería demolerse. Necesitamos como tucumanos conservar nuestra historia y esas representaciones sociales que nos diferencian de otras ciudades”.
La Municipalidad de la Capital dispuso el cierre por tiempo indefinido del edificio que data de finales de la década de 1930. La decisión oficial se basa en informes de especialistas en estructuras que sostienen que existe un riesgo real de desplome de la estructura y que desaconsejan que el inmueble se mantenga habilitado para las actividades comerciales.
En contraposición, los puesteros (sus concesiones expiraron hace dos años y desde entonces no pagan ningún canon a la Municipalidad) se instalaron ayer en el edificio y resisten su clausura indefinida en nombre de que es la única fuente de ingresos de sus familias.
Mantener su esencia
“Se debe reciclar el Mercado del Norte, fundamentalmente por respeto al patrimonio edilicio de la ciudad. Representa parte de la identidad del microcentro, la cual bastante ha perdido ya sobre todo por razones comerciales. Demolerlo significaría que la ciudad siga sangrando”, metaforiza la arquitecta Stella Estigarribia, profesora de Diseño Arquitectónico y Urbanismo en la Universidad Tecnológica Nacional.
“Habría que preservarlo transformándolo en un espacio abierto que pueda ser transitado en tres direcciones; habilitarlo como una galería abierta; también como una especie de 'piazzeta' integrada a la ciudad. Abrir los espacios que hagan falta dejando pequeños locales de mucha calidad, los cuales permitirían no perder el valor comercial y de servicio que posee el Mercado”, concluye la también directora del Departamento Civil de la Facultad Regional Tucumán.
La arquitecta Inés González Alvo, docente en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Tucumán, señala: “los mercados son un espacio emblemático sumamente necesario para una ciudad. Tienen una mística muy interesante. Como espacio público-urbano sería bueno mantener esa funcionalidad en este caso”.
Según la especialista, no se debería reemplazar por ninguna otra alternativa, debido al valor que posee como lugar de encuentro social e impulsor de la gastronomía y las riquezas locales. Sin dejar de pensar en el atractivo que desde el punto de vista turístico podría significar, acota que es fundamental que la mirada prioritaria esté enfocada en el ciudadano común que cotidianamente acude a este espacio.
Proyecto conjunto
Caminos sugiere que sería importante que se realice un proyecto multidisciplinar en el que participe la sociedad, las autoridades y los puesteros para garantizar el éxito de la posible remodelación. Trae como ejemplo las experiencias exitosas de restauración de estos edificios emblemáticos en otras ciudades del mundo.
“Podría convertirse en un punto turístico de excelencia donde sea una experiencia inolvidable la degustación de productos gastronómicos locales y que, para los ciudadanos, resulte siempre una visita novedosa. Debería acondicionarse para que sea seguro y saludable. Sugiero garantizar el ingreso de luz y de ventilación natural, y dotarlo de espacios comunes equipados para disfrutar en familia. Incluso, podría ser un edificio emblemático que garantice su eficiencia energética”, asevera.
En consonancia, Alvo manifiesta que actualmente el inmueble se encuentra en un estado deplorable con un sistema de salubridad muy pobre. Hace referencia a los pisos más altos que son inaccesibles y señala que sería muy positivo poder acceder a todo el edificio.
“Se debe hacer una seria evaluación estructural antes de tomar cualquier decisión. En caso de ser posible, remodelar el edificio sería sumamente positivo manteniendo su estilo arquitectónico, ampliando sus funciones con el control bromatológico y sanitario. Y que los trabajadores no sólo mantengan sus puestos laborales, sino que mejoren la calidad de esos lugares, ya que el componente social es parte fundamental en esta posible reforma. Que la ganancia abarque también al visitante”, concluyó.